¿Por qué debemos creerles a niños y niñas cuando manifiestan algún temor?
Los niños y niñas dicen la verdad y expresan sus sentimientos, emociones y sensaciones de alguna manera: con gritos de alegría, risas, llanto, agresión, pataletas y retrocesos en sus procesos de desarrollo (como orinar en la cama).
Nuestro papel como madres, padres o cuidadores es, entonces, saber escuchar, interpretar, contrapreguntar, indagar e incluso jugar (por ejemplo a hacer mímica) para determinar de qué nos están hablando y no pasar por alto los miedos, frustraciones o situaciones que pueden estar ocurriéndoles. Es muy importante permitirles expresar sus emociones.
¿Cómo es esto de creer y escuchar?
Si un niño expresa un miedo (para nosotros irracional), por ejemplo ante la lluvia, y dice que por ello no quiere ir al colegio, debe ser escuchado y guiado a través de preguntas.
¿Cuándo, en qué lugar sentiste ese miedo? ¿Qué pasa en tu colegio cuando llueve? ¿Qué te da miedo de la lluvia?
Hacerlo permitiría descubrir que, probablemente, su miedo no sea la lluvia, sino lo que causa. Nuestra obligación como adultos es contener el miedo, tranquilizar, mostrar caminos de solución y acompañar con amor la resolución de un problema crítico.
En ocasiones, los adultos minimizamos los sentimientos de los niños y niñas.
Si ante un comentario como “el profesor me pegó en la cabeza con un lápiz” respondemos “¿y para qué hablas en clase?”, estamos justificando un acto violento en su contra, y además un acto que como adultos rechazamos con vehemencia en nuestra contra.
¿Qué le acabamos de enseñar? Que la violencia en su contra la validamos, que un superior, pareja o par puede golpearlo o humillarlo y que sus adultos de confianza no van a respaldarlo. Si no le creemos a una niña que lo del lápiz le duele (en el alma) y la humilla, y encima de todo le decimos “esas son bobadas”, o que se lo buscó por indisciplinada, imagínense si es tocada en sus partes íntimas o de una manera que la intimide y además no tiene quién le crea, la escuche y la proteja por encima de cualquier circunstancia. Probablemente, su pensamiento será “me dijeron que nunca me fuera a dejar tocar y me dejé”… “yo me lo busqué”… “nadie va a creerme y van a decir que estoy exagerando”. Por esta razón, las víctimas callan meses, años, toda su vida.
Enséñales a superar las adversidades
(grandes o pequeñas) Los niños y niñas ven, sienten, interpretan el mundo de maneras diferentes. Es nuestra obligación ponernos de su lado, acompañarlos con respeto y amor en cada momento de su desarrollo y de su vida. La recompensa es grande: criaremos seres más resilientes, porque sabrán que, pase lo que pase, van a salir adelante, tendrán en quien confiar, verán a sus padres y madres como referentes de confianza, respeto y ayuda y recurrirán a ellos siempre.
*Este texto fue construido gracias al apoyo de Ximena Norato Palomeque, filósofa, comunicadora social y directora de PANDI, Comunicación y Derechos Humanos, y de Javier Díaz Amaya, médico pediatra, especialista en derechos de los niños y experto en desarrollo infantil.
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